| Bueno hela aqui... la tan esperada y no muy bien recibida en tiempos anteriores segunda parte de uno de mis escritos mas polemicos jejeje... uno de los que nadie se esperaba... bueno ya... sin mas preambulos los dejo con: Fantas챠as II
La noche es fría y la niebla se deja correr por sobre las tumbas… las aves cantan la canción de la misteriosa noche de luna llena, mientras que la cerradura de la puerta principal es profanada, los suaves pasos de una figura esbelta y liviana como los sueños se dejan escuchar sobre las hojas secas que yacen en el suelo tan muertas como la osamenta de los que descansan dentro de cada piedra que adorna el campo, un sedoso velo blanco casi vuela sobre las tumbas, corre entre las macabras figuras de los sombríos árboles que adornan el paisaje, de vez en cuando se detiene a leer este y aquel epitafio y luego continua con su correr, con su danzar, con su reír sobre las tumbas frías y duras… sus cabellos color tentación vuelan, bailan casi jubilosos contra el viento, y la sonrisa que el simple acto de estar allí a esa hora provoca en sus labios luce tan exquisita y reluciente que parece acentuar la sombría belleza de las tumbas. En un cierto momento, la exquisita doncella se detiene y descansa sobre una de las tantas rocas que adornan, o que mas bien, crean, el paisaje del cementerio; y es entonces cuando puede levemente percibir una sensación que por su elocuente baile sobre la profanidad había ignorado… era una sutil tensión, una levísima angustia que, si bien quizás solo logra una pequeña incomodidad, no resulta muy placentera… era como si… quizás… alguien… o algo… la estuviese observando. Pero ignorando dicha sensaci처n volvi처 a levantarse y a seguir caminando en unos momentos, y corriendo en otros. A veces tambi챕n, se acostaba sobre el fr챠o m찼rmol de alguna tumba y por simple travesura cerraba los ojos ante el imponente cielo estrellado y dejaba correr sus manos por sobre su traslucido vestido blanco como auntoseduciendose, delicioso espect찼culo que deten챠a s첬bitamente con una risita picara que intentaba ocultar tras sus peque챰챠simos y finos dedos, y he ah챠 de nuevo esa sensaci처n, era algo palpable en el aire aunque demasiado subjetivo como para que su mente pudiese aceptarlo como realidad, sent챠a como si algo muy oscuro se dejase seguirla, una especie de presencia. Entre su danzar y re챠r a carcajadas sobre las tumbas se dejo caer sobre una en especifico, pero esta al momento de hacer contacto con su piel cambio su expresi처n de jubilo por una dura expresi처n de desconcierto inquietante. Esta tumba parec챠a poseer una frialdad fuera de lo normal, inclusive cuando todas las dem찼s estuviesen tan fr챠as por el viento helado, esta era distinta, era mas fr챠a, pero su fr챠o era distinto, casi agradable; desconcertada intento leer el epitafio y pudo darse cuenta de que era una tumba sin nombre, cosa que acentu처 aun mas su desconcierto. Un poco ya exaltada por dicha duda y con un poco de miedo mir처 a su alrededor, como buscando al autor de tan escalofriante treta, y fue entonces cuando, al mirar justo al frente del lecho donde descansaba pudo advertir esos dos peque챰os puntos rojos, como llameantes entre las sombras de dos criptas monumentales, quiso gritar de terror pero una fuerza que ella no pod챠a ver se lo impidi처, al tiempo en que se dejo escuchar una grav챠sima voz habl찼ndole, sublime, imposible, era como si dicha voz se produjera en los rincones de su propio cerebro. -Shhh… calma Mademoiselle ¿A donde pensaba ir tan apresurada cuando la noche es virgen y a penas comienza? Sus ojos se abrieron de par en par ante el asombro, no podía entender lo que sucedía y esto la aterraba, pero luego sus músculos comenzaron a relajarse casi involuntariamente, era una extraña sensación, era como si esos dos puntos rojos en la oscuridad fuesen los causantes de todo, como si una fuerza sobrenatural proviniera de ellos, hablándole, inmovilizándola, aterrándola, y hasta… ¿Por qué no?... seduciéndola. -¿Quien eres? ¿Qué quieres de mi?- Dijo la hermosa dama con voz exasperada pero con un casi imperceptible tinte de placer muy escondido. -¿Pregunta usted quien soy? DÃgamelo usted Mademoiselle… usted lo sabe bien, usted ha venido hasta aquà buscándome, buscando al pecado de mi beso, buscando ese calor vinotinto que solo el néctar de lo prohibido puede brindar, no me diga entonces que no sabe quien soy. Sus palabras se oían retumbantes, demoníacas, hipnotizantes… como si cada palabra fuese dicha por cada tumba del cementerio, por cada criatura de la noche que por ahí moraba. -¡Déjame ir! ¡Te lo exijo! ¡Quiero que me dejes en libertad!- gritaba la joven dama intentando parecer ruda y firme. -Ahh… Ma chérie… ¿Porque sigue vuestra voz vociferando lo que usted y sus profundos deseos carnales saben que no quiere en realidad? ¿Por qué grita exigiéndome que la deje libre si bien sabe que lo que más desea es caer prisionera para siempre de mi apasionado beso? Calma mademoiselle… solo déjese llevar por sus propios deseos y déjese caer libremente presa de mi poder… solo disfrute de su pecado como tantas veces ya lo ha hecho en sueños.
Enredaderas comenzaron a crecer como con vida propia a los lados de la macabra cama de mármol donde la doncella reposaba, crecían y se retorcían como hambrientas, buscando… y al llegar al suave y delicado cuerpo de la “inocente” señorita comenzaron a acariciarla, a escurrirse por debajo de la fina tela de su vestido, mientras ella, con los ojos cerrados solo disfrutaba del áspero roce de las plantas vivas en las tierras ocultas y prohibidas de su abdomen, sus piernas y sus senos que le provocaba una sensación casi infernalmente exquisita, y reía, sonreía placidamente al sentir como el deseo corría por su sangre. Se dejaban escuchar por todo el cementerio las voces de las almas en pena que le regalaban un canto de pecado… fondo musical para su excitación. Abri처 los ojos y pudo ver el cielo estrellado, con cada estrella observando atenta tan delicioso espect찼culo, se sinti처 observada por multitudes, pero esto en lugar de incomodarla sencillamente la extasi처 aun m찼s. Miraba, con su espalda arqueada sobre el m찼rmol por el placer amargo que el pecado ofrece, como a su alrededor aparec챠an tres enigm찼ticas figuras femeninas, pero no humanas, no, eran otra cosa; parec챠an tener peque챰as alas, dientes afilados, ojos infernales y hasta peque챰os cuernos sobre la cabeza alz찼ndose entre sus cabellos, eran figuras ya conocidas por ella en su imaginaci처n 쩔D처nde las hab챠a le챠do antes?... 징S첬cubo! Si, alguna vez hab챠a le챠do alg첬n art챠culo enciclop챕dico o algo referente a ellas, y se les describ챠a tal y como eran, pero hab챠an olvidado describir esa deliciosa mirada que rend챠a voluntades. Bajo la orden de aquel ser del cual ella solo podía ver los ojos, las súcubo comenzaron a acariciar obscenamente el dulce cuerpo de nuestra pequeña dama, besaban su cuello y oídos, tocaban sus senos, la parte interior de sus muslos, excitándola cada vez mas y mas, mientras con una voz inhumanamente encantadora le susurraban al odio cosas como “no te resistas, ya eres suya”, “No puedes resistirte a su encanto”, “Déjate llevar y solo disfruta” y otra cantidad de cosas que solo la hacían subir mas y mas a un estado de éxtasis emborrachante, casi estrambótico, exagerado. -Mademoiselle ¿Conoce usted el color de la pasión? ¿Conoce usted el color que viste a la lujuria? ¿Sabe usted como luce la sensualidad?- Dijo la voz macabra pero extasiante de aquel enigmático ser –La lujuria personificada viste de color vino tinto ¡Hasta la mismÃsima Venus gusta de vestir tal color! Y hoy yo voy a vestirla con el color de mi pasión, con el color del pecado, mi color, el vino tinto.
Finalmente el l챠quido se termino, y las s첬cubo dejaron libre a la doncella que aun permanec챠a contorsion찼ndose y gimiendo de placer sobre la tumba, cuando, a medida que se fue calmando, baj처 la mirada y la dirigi처 directa hacia los ojos de aquel ser cuya cara no hab챠a visto aun. -Ven- Ordeno con voz firme y desafiante. -Calma Mademoiselle- respondió la espectral figura. Estas palabras la deshicieron en su frustraci처n y ya con desesperada voz exclamo: -¡Ah por favor ven a mi! ¡Te lo imploro! ¡Ven y calma este fuego que siento que me consume las entrañas! ¡Ven a mÃ! Diciendo esto desvió la mirada y se dejo caer nuevamente en el lecho, y mientras repetía obsesivamente “Ven a mi, ven a mi, ven a mi” se retorcía de ansiedad y comenzaba a tocar su propio cuerpo para imaginar que eran las manos de aquel ser, apretaba fuertemente sus hermosos y suaves senos, dejaba escurrir sus manos incluso por sobre su ahora vinotinto vestido hasta entre sus piernas para rozar su puerta a la excitación, dejaba correr sus manos por sus piernas hacia abajo y hacia arriba, decía “ya no puedo mas ¡Por favor! ¡Ven ya o mátame ahora mismo! ¡Pero no me dejes así!”. Fue entonces cuando el rojo infierno de aquellos ojos se encendió un poco más, y la macabra voz dijo: -Esta bien mademoiselle, creo que es hora de mostrarme ante usted. Dio algunos pasos hacia delante para quedar iluminado por el sutil claro de luna y aquella hermosa dama de cabellos rojizos pudo distinguir la exquisita figura de aquel ser. Lucia inhumanamente p찼lido, sus ojos marrones parec챠an dos grandes cavernas que guardaban el universo entero en su profundidad, vest챠a oscuros ropajes que acentuaban aun mas su infernal pero encantadora blancura de tez, labios rosados casi femeninos, cabellos oscuros y largos hasta los hombros y dos afilados colmillos asomaban de su boca por esa lasciva sonrisa ladeada que le regalaba. Se detuvo un momento ah챠, justo al salir de su penumbra, como para que ella pudiese observarlo con detalle, luego dando unos pasos mas se acerco al lado izquierdo de aquel lecho mirando siempre fijamente a los ojos de su victima. -No hay dolor ma chérie… solo este infinito placer que la embriaga ahora mismo. Al decir esto, el cuerpo de la joven se fue despegando lentamente del lecho y quedo suspendido, ingr찼vido en el aire. -Te har챕 m챠a, te poseer챕- dijo. -Si, poséeme, hazme tuya, es eso lo que quiero- dijo la joven doncella con voz desesperada y ansiosa. -Shhh… calma Mademoiselle… hay mucho aun que tienes que disfrutar. Al decir esto el misterioso ser inhumano desvió la mirada hacia el otro lado del lecho, donde apareció la anterior súcubo líder sonriendo y mirando a la victima maliciosamente, el oscuro ser extendió su mano hasta el rostro de dicha súcubo y la atrajo hasta si para besarla con lujuria mientras que la victima observaba la escena atónita, la súcubo comenzaba a besar su abdomen, y la dulce doncella a la que llamaremos “Catherine”, no podía creer lo que veía, pero en especial, lo que sentía… el placer que le causaba sentir los besos de tan lascivo ser en su abdomen y por todo su cuerpo, besos a los que luego se le unieron los del misterioso ser masculino, la súcubo con su lengua inmoral lamía entre las piernas de la joven ese lugar exquisito donde radica el núcleo de placer de la mujer mientras el vampiro la besaba y la penetraba… y justo al momento en el que el cuerpo comenzaba a estremecerse y temblar solo de placer, y se disponía a sumergirse entera en el mas delicioso orgasmo que sus sentidos jamás le hayan regalado: -Ahora madame… pasaras conmigo a reinar entre las sombras… serás la emperatriz del deseo y reinaras a mi lado en las tierras oscuras de la lujuria… pasaras a ser “La Reina De Los Condenadosâ€�.
-Y desde ahora y para siempre amor mÃo… recuerda siempre el nombre de tu amante, creador y mentor entre las sombras por toda la eternidad… Nataivel. Y con un brusco pero sutil movimiento hundio su cara en el cuello de la indefensa doncella y el cuerpo de la misma se tenso al sentir el aguijonazo de los dos filosos colmillos penetrando la blanca piel.
Y pues… creo que esta será una larga noche… aunque quizá muy corta para lo que queremos… solo puedo decirte una sola cosa… Definitivamente… creo que nuestra historia continuara…
Nataivel Edo. Zulia - Venezuela |
jueves, 19 de junio de 2008
Fantasias II
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