jueves, 18 de diciembre de 2008

Poema Negro


 

 


Cuando moría, me enlazó en su brazo
cual un reptil de palpitante raso,
y con voz afiebrada y lastimera,
me dijo que cual última terneza,
y en recuerdo de toda su belleza,
me dejaba su blanca calavera...

Que robara a la hambrienta sepultura
ese último jirón de su hermosura,
que una lívida amante me sería,
y en mis horas alegres o de duelo,
su alma, descendiendo desde el cielo,
al través de sus cuencas me vería...

Pasa el tiempo... El ave silenciosa
del recuerdo voló sobre su fosa,
llamándome a cumplir aquel pedido,
que cual lúgubre flor de sus amores,
me dejó en los postreros estertores,
temerosa a los lutos del olvido.

Y era una noche. Oscuridad y viento;
la lluvia desgarrando el firmamento;
batida en sus ramajes la espesura;
los jardínes tronchados y barridos;
y del mar, el estruendo y los rugidos
resonando a lo lejos con pavura...

Ardiente el corazón, los miembros yertos,
escalé la muralla de los muertos;
y pensando en la súplica postrera
de esa lívida novia del misterio,
me perdí en el profundo cementerio,
porque iba a robar su calavera.

Por las calles desiertas y medrosas,
buscando en los letreros de las fosas,
llegué hasta su sepulcro solitario.
El viento en los cipreces sollozaba,
y la lluvia furiosa me azotaba
cual queriendo arrojarme del osario.

De una lámpara sorda, bajo el brillo,
su mármol quebranté con un martillo.
Cual fatídico abismo, negro y hondo,
de la tumba la puerta entenebrida
abierta contemplé...¡De entre su fondo
brotó una bocanada corrompida!...

Y en lo profundo de la negra caja,
entre blancos jirones de mortaja,
la miré desleída y pestilente:
sepultadas sus formas y sus manos
entre olas hirvientes de gusanos
que tragaban su carne lentamente.

 

En sus sienes, mechones de cabellos...
sus ojos,¡ay!..., como ningunos bellos,
convertidos en cuencas pavorosas;
en su boca, que fue roja granada,
una muda y horrible carcajada,
y su pecho en piltrafas asquerosas...

De su belleza, que radió cual astro,
no había allí tansiquiera un rastro.
Era un informe y corrompido andrajo.
La miré contristado, mudo, inerte;
medité en los festines de la muerte
y me hundí en el sepulcro abierto a tajo.

Temblorosas, tendiéronse mis manos
al inmenso hervidero de gusanos.
Busqué de la garganta las junturas,
nervioso retorcí... Hubo traquidos
de huesos arrancados y partidos...,
hasta que hollando vil las sepulturas.

 

Huí miedoso entre las sombras crueles,
creyendo que los muertos, en tropeles,
levantaban su forma descarnadas
corriendo a rescatar su calavera,
esa yerta y silente compañéra
de la lóbrega noche de la nada...

Eso pasó..., fue ayer... Hoy, en mi mesa,
cual escombro final de su belleza,
helada, muda, lívida e inerte,
sobre mis libros en montón reposa,
cual una gigantesca y blanca rosa
¡Que ostentase la risa de la muerte!...

Sus grandes cuencas, como dos cavernas,
me contemplan inmoviles y eternas.
Atónito, al mirarlas me figuro
que su alma tal vez huya del cielo
para triste, silente y con anhelo,
mirarme allá, desde su fondo oscuro.

Entonces con amor llego hasta ella,
y cual si fuera cuando viva y bella,
por sus huesos mi mano se desliza:
siento de ansia el corazón opreso,
y en el instante en que le doy un beso,
¡me encuentro, ¡ay!, con su macabra risa!...

Y allá, de la alta noche, cuando escribo,
ante su faz sintiéndome cautivo,
me parece que se abren sus quijadas
y que en frases muy tiernas, temblorosas,
me pide que le diga blandas cosas,
como en noches amantes y borradas...

Y soñando, la veo transformarse
en la bella de entonces, y acercarse...,
y sentirme yo suyo..., y ella mia...
mas al instante mi pupila advierte
que no es sino la imagen de la muerte,
que me contempla estática y sombría.

Ya llevan mucho tiempo estos amores...
es ella quien conoce mis dolores,
los sueños todos de mi vida entera...
Ella me da la desnudez que viste,
y yo el cariño de mi alma triste,
teniéndola de novia hasta que muera.

Y cuando rompa de la vida el lazo,
cual ella a mí, la enlazará mi brazo,
y antes que en mi redor todo sucumba,
le diré como frase postrimera:
-¡Acompañame, pobre calavera;
acompañame, amada, hasta la tumba!...

Claudio de Alas  Poeta Colombiano



9 comentarios:

  1. Gracias , por mostrar esta joya que de por si es bella pero con las imagenes es bellisima y trasporta al que lo lee
    Un abrazo amiga

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  2. En esta noche de tormenta con el viento que silva entre los pinos
    recorde esta obra que es una de mis favoritas de este poeta magistral
    y que forma parte de su libro "El Cansancio de Claudio de Alas"

    Un abrazo enorme corazón y me alegra que te gustara

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  3. tan extraña y misteriosa como la primera ves que la subiste

    simplemente magnifico

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  4. Si Rey lo es
    Amor que perdura más allá de la muerte

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  5. Hay amores, que en esta vida continuan en la muerte, los amores eternos, las parejas celebres, como el caso de Paolo y Francesca, que se amaron en vida, y en muerte aun siguen haciendolo.

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  6. me acuerdo del final de un GRAN libro llamado "el jorobado de notre dame", olvidense de la pelicula, aun mas de esa basofia de disney, hablo del libro.

    se me viene a la mente, porque el final, es muy romantico.

    me resisto las ganas de contarlo, solo leanlo, se los recomiendo.

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  7. Las campanas doblan de placer
    y el bullicio de los Ángeles muertos
    se confunde con el llanto
    de los niños que nunca nacieron.

    En una sala las brujas
    se divierten a cual más,
    me dan las gracias por vender mi alma
    a cambio de una bella y delgada mujer.

    Los sátiros corren sin dirección
    y en el vientre de la madre muerta
    que se abre nuevamente
    piden libertad los animales sin sentimiento.

    Quedo atado a una piedra
    y las arpías comen un poco de mi,
    cientos de insectos metálicos
    carcomen la medula de los huesos
    y se regocijan de mi rostro
    de mi poca paciencia y me recuerdan
    lo inútil y pecador que fui yo en el pasado.

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  8. Buen escrito Gargola
    El mito de Prometeo hace presencia en tus letras
    Aunque el pecado de él no fue pecado
    Solo inmenso amor a la raza humana...
    Pero el tuyo ....
    Joder chaval
    Con brujerías en el amor solo se logra ser un infeliz
    más tarde o mas temprano

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  9. Por alguna razón hoy es igual que ayer
    Y talvez por esa misma razón
    Ahora también quiero escribirte
    De seguro no tendrás tiempo de leer esto
    Y sí, yo te comprendo, es lo mismo de ayer

    También sé que estas lineas no son versos
    Y que yo tampoco soy un poeta
    Se trata tan solo de alguna filia, algo por ti,
    Talvez lascivia de tus manos

    Pienso que se trata de algo tonto
    Y te lo voy a decir de un forma simple
    Es una ranita de melancolía
    Que me brinca por las venas
    Y que como no te encuentra
    Se esconde entre mis letras.

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