Arrebato en contra de un autócrata

Trastornando los  minutos, me fui tornando despacio en un cautivo disconforme bobalicón y obsesionado a mi mazmorra de concreto

 

 

La  libertad de mis acciones y decisiones estaban dictadas por un creador estúpido

Que me decía lo que debo hacer o dejar de hacer

 

 

Indiferente recuerdo finalmente, como habían ordenado mi prisión; donde ya algunas mariposas  coqueteaban con flores risueñas, y mi compañera; esa que se me impuso, la que yo no elegí  como  un sol de risa, se elevaba en el poniente; alumbrando la falta de fatalidad y de muerte a la vera de un mundo sin dolencias, ni necesidades pero tampoco con algo que hacer mas que contemplar un mundo perfecto ecuánime y absolutamente insulso

 

 

Francamente debo decir, que cuando termine  de dar mis últimos retoques a ese Dios que miraba todo desde arriba de una nube sucedió aquello que fue  uno de mis días de asombro

 

 

Si mal no recuerdo, creo que quiso  seducirme  en  un atardecer, con toda su potencia de dios poderoso capaz de destruirme por solo pensar lo que no me estaba permitido

 

 

En silencio voltee

 

 

Y vi a mis días sonriendose como idiotas a ese fetiche de légamo ahora furioso mostrando lo que realmente es

 

 

Creo que vi su rostro de desagrado dispuesto a saltar sobre mi vida y borrarme del planeta

Y me quede  quieto esperando que lo hiciera, sentado en un rincón de mi prisión, como un excelso tahúr,  que le había jugado una gran  trampa

 

 

Mis mejores movimientos, contra  su poderío

Me hizo a su imagen y semejanza, soy como él

Si me mata, él es tan bastardo como yo...

 

 

Mis días me sonrieron y se quedaron conmigo

Sin  prisión…  aunque a veces pienso, muy de vez en cuando que como en otra época,  vivo para demostrar a quien me escuche, que soy  menos hipócrita e  injusto  que él

 

 

Paulatinamente… fue de esta manera  que el caos  se transformó en mi único y  fiel compañero

 

Lord Kaos