La locura es peligrosa, en mayor o menor medida, es peligrosa para las
personas, para el demente, para todo aquello que no se discute, que se sigue
al pie de la letra, la locura es su peor enemiga. Pero si hay algo verdaderamente
dañino, es la locura acompañada de su amiga el poder. De esa extraña mezcla
es lo que habla el siguiente cuento.
Lejano en verdad era el reino de Leorien, ubicado bien al sur del mundo, casi en
lo mas bajo del mundo; “sostenemos todo lo que existe en la tierra” decían
sus habitantes, creyéndolo en parte. En ese reino, existió un rey algo
demente, que era el orgulloso padre de 3 hijos totalmente iguales
físicamente; apenas nacieron, el en un arranque de insanidad, dictamino que ellos
serian una sola persona, que compartirían un nombre y que llegado el
momento, ellos reinarían pero como si fuera un solo rey el que estuviera al
mando, dijo que se irían turnando cada uno una semana en el papel de soberano
ya que esa era la mejor forma de gobernar.
Este rey se llamaría Goerinter, y a cada hijo le correspondería una porción
del nombre. Aunque en la niñez eran iguales tanto física como mentalmente, a
medida que crecían esto ultimo fue cambiando, hasta que finalmente había
3 príncipes iguales en cuerpo, pero totalmente opuestos en alma y razón; por un
lado estaba Goe, que nació primero y se termino transformando en un
ser religioso en extremos poco recomendados, para el la vida era una
misa religiosa constante, la casa un ataúd y las lecturas sagradas eran la liberación.
Luego estaba Rin, el que nació segundo, que termino transformándose
en un ser despiadado, frío, sin corazón ni escrúpulos, capaz de hacer cualquier
cosa con tal de llegar a sus objetivos y poseedor de una tolerancia hacia lo que
es diferente, del tamaño de la punta de un alfiler.
Y finalmente estaba Ter, el mas joven, fanático casi hasta el vicio, de todo lo que
encierra la palabra fiesta, si no estaba en un banquete multitudinario, es que estaba
en un baile, o en una orgia, o en alguna de las cientos de reuniones de todo tipo
que tenia todos los días a todas las horas.
Hay que aclarar que fue tan bien llevada a cabo la orden del rey demente, que la
familia se acostumbro a que solo haya un niño, y el pueblo nunca supo que
eran 3 los herederos al trono.
Al final, llego el día de la coronación del rey Goerinter, solemne, con un
aire más de sacerdote que de mandamás, el cual transformo la ceremonia de
traspaso de mando, en un velorio por su padre, al cual fueron obligados a ir
todos los habitantes del reino. Los días pasaban y la gente seguía llegando
a la capital, muchos por decisión popular y algunos por decisión de una espada, hasta
que al finalizar la semana, extrañamente el rey suspendió todo y en vez de un
velorio, se armo el Festín mas grande que haya visto persona alguna; de
todos lados llegaban carretas cargadas hasta la sima de comida, las calles
fueron mesas, las veredas sillas, los campesinos eran sentados junto con
la nobleza, comiendo y bebiendo, saciándose hasta decir basta. En cada
esquina se agrupaban los músicos tocando de forma discordante, creando un
himno al caos idiota, mientras que cientos de miles de hombres y mujeres
bailaban, cojian, comían y bebían.
Y así fue como los encontró el ejército real, cuando por orden del rey, cargaron contra
todo lo que se moviera, sembrando el terror en cada sitio. Miles murieron ese
día y otros miles murieron en los días siguientes, por motivos varios e insignificantes.
Las semanas pasaban y el reino entero bailaba al son de ese rey tan cambiante, hasta
que al final se acostumbraron y sin hacer preguntas, rezaban sin parar, comían
sin parar y corrían sin parar. Los comerciantes que ayer vendían rosarios, l
uego vendían ungüentos para el dolor de estomago, y luego se escondían mientras
contaban la cantidad de rosarios que venderían al empezar la siguiente semana.
Pasaron muchos años, y un día el pueblo contemplo con asombro, la ausencia
de matanza de esa semana, no hubo persecuciones, ni violaciones, nadie se vio
amenazado, solamente vieron pasar los oficios religiosos, como si el tiempo
se hubiera olvidado de los siete días de sangre, que hay entre el banquete
y el rezo.
4 años después, la gente ya hastiada de tanto comer, bailar y gozar, contemplaron
con horror como los oficios religiosos fueron sustituidos por mas comida y por
mas música. No había rezo que calmara la culpa de la gula y el exceso, no había
cura que escuchara la confesión de un alma llena de goce y carne; todo era placer
sin ton ni son, en un festín que se extendió por 10 años, en los que nadie hizo otra
cosa mas que atormentarse en el infierno del disfrute.
Finalmente el rey murió, tan obeso había quedado, que hacia 3 años que no se
movía de la punta de la mesa; ahí dormía, ahí recibía su baño, ahí bueno… era
agasajado y ahí fue donde lo encontraron muerto. Se dieron cuenta de que lo
estaba, ya que no respondió nada cuando le preguntaron que era lo que quería
como postre.
Luego del complicadísimo entierro, el reino entero, como surgido por una voluntad
mística, decidió que ya era tiempo de dejar atrás la monarquía; al final se
terminaron llamando Republica Democrática de Leorien
El rey de los desterrados
Jo , chaval que imaginación , solo posible en epocas pretéritas o en la tierra media
ResponderEliminarHoy por hoy algun tira bombas termina con el reinado mucho antes
The Crow
¿termina el reinado?
ResponderEliminarsera que ando eseptico, pero hasta donde veo, los que terminan un reinado, son los mismos que luego se aferran al poder
pocas revoluciones tienen bases sinceras, la mayoria no son mas que un movimiento mas, un peon entre otros.
me alegra que te guste
vamos rey siempre as gustado,
ResponderEliminaraunque en este momento con unos cuantos kilitos de mas en mi cuerpo
no fue del todo mi agrado ahora imagino morir en la punta de cualquier mesa (jejeje chiste malo)
aun asi relato de relatos aun trato de ordenar el cumulo de ideas en mi cabeza cuando escrbes y me interseso en el relato
mi imaginacion lejos de aquella torcida conciencia funciona como nunca
gracias amigo mio
zandor x