Muérdeme y ámame

Delicioso silencio, punzante y moribundo suspiro
Eternas son las noches en que te pierdes en la espesura de la noche gélida

En contraste de tu alma candente y sedienta de mi, que desborda  caricias

Que se llena de infinitas cadenas que te atan, que me atan, que nos funden,

Que nos desean, que nos impulsan a gemir con furia animal,

 a desfallecer al cruzar nuestras miradas fulminantes, que  dios perdone a los que aman así, a los que odian así, por  que la verdad es una sola,

La carne y la sangre, la miel y tus besos aprisionados contra mi níveo pecho

Cantan sin miedos al poseer, al  ofrecer y al entregar lujuria infinita

¿Que perdemos por amor? Perdemos el miedo y la castidad,

Pero el juego de entregarnos es quien revela la intensidad de nuestros pecados

Que limita nuestro ego y eleva nuestros más perversos deseos de inmolar nuestras almas en la fuerte tempestad

Es acaso que huyes amor, de este entrecortado respirar, que yo calme con mi cuerpo la sed que inevitablemente transportas,

Ahora soy yo quien es adicta y la droga que me desvanece son tus miles de susurros, Mi oído es caudal de emociones

Mis manos  transporte de sensaciones

Mi boca deposito de quemante agonía

Soy tuya y tu mío

Karmilla Viggé Lebraunt 

condesa del valle de las sombras