jueves, 22 de septiembre de 2011

Arimateus...Reencuentros.....

 
 
 
 
 
 
 

ertediffin.jpg erte pareja image by arcilla46

Reencuentros (l)
Recuerdos de esa fallida primera vez.
 
“No quiero arrepentirme después de lo que pudo haber sido y no fue...” (popular mexicana).

“Los amores cobardes no llegan a amores/ ni a historias: se quedan ahí/ ni el recuerdo los puede salvar/ ni el mejor orador conjugar...” (Silvio).

Hoy, amigos, les voy a contar de mi primera incursión en el arte de la almohada, marcada por el dedo del destino.  Tal y como sucedió....así a bocajarro, esa maravillosa y torpe cuanto fallida pirmera vez. O lo que es lo mismo, el primer intento a ser un hombre de verdad, en el sentido que todos entendemos por una primera experiencia sexual.... ( Hasta los calcetines se me enchinarón, ¡Caramba, hombre... se tiene que tener mucho valor para recordar esto...tanto que hasta sed me dio....! ¡¡¡Echenme un trago!!! Qué esto no puede pasarse así de a seco. Denme un tequila, pero que sea triple, por el recanijo gusto de volver a vivir, cosas de la vida... detalles, de esos que se quedan impresos en forma indeleble y deliciosamente en la mente. el alma y el corazón de uno.... M´anque nos duelan compañeros/as.

¡Salud entonces!

Viajé al Sur, en el extremo último del Continente, a un Congreso de ....( no nos importa, ¿verdad?) y al llegar a la fila del vuelo que me correspondía la vi, sí la ví, con estos negros ojos que se han de comer los gusanos, la ví a ella, a ese oscuro objeto del deseo, que representaba para mí, la quinta esencia del amor negado. O lo que es lo mismo, esa mujer que siempre se me negó. Hacía tres años, por lo menos que no la veía, pero el vuelco de mi corazón fue inconfundible. Ahí estaba, la maldita, la amada. Viendo su nuca, su adorable, inolvidable nuca, la curva suave de sus pantorrillas, recordé.

Cinco años antes habíamos roto definitivamente, creía yo. Luego de desearla y buscarla, de darle caza por los pasillos del colegio, de volverme (¡oh, imbécil de mi!) su mejor amigo, de decirle que la amaba y estaba a su disposición, que quería todo con ella, cayó un día. O casi..., maldita sea, amada sea.

Estábamos en su recámara. Sus padres no estaban en casa. Yo había llevado, como otras veces, dos botellas de ron para beber a gusto y comentar los últimos libros, los últimos sucesos... y sin aviso, me besó.

Yo seguí besándola y nos acostamos juntos. Me dejó quitarle la blusa y ella misma se deshizo del brasiere, todo sin dejar de besarnos y tocarnos. Acaricié sus pechos, los toqué, ¡¡Sentí por vez primera la suavidad de un precioso pecho de mujer!!, ¡¡la inconcebible delicia de tenerla en mi mano!!.  Descubrí también que no había alcohol ni sustancia alguna tan embriagadora como la saliva de la mujer amada.

Bajé a sus ceñidos jeans y logré desabotonarlos. Mi mano hambrienta buscó su sexo. Mi mano llegaba por vez primera a un sexo de mujer. sentía por vez primera su cuerpo y su olor. ¡Oh, hermanos míos! ¡Qué delicia, qué deleite, es ..inenarrable el extasís que sentí!! No sabía yo lo que un clítoris es. Lo había leído infinidad de veces, lo había visto en láminas e incluso en alguna película (aunque en realidad me disgustan tanto las pelis porno como me fascinan los relatos del mismo tono), pero ustedes saben (¡¡¡Que me sirvan otro trago, carajo!!!, Que esto no puede contarse en seco) que el clítoris es un tesoro difícil de encontrar.

No sabía lo que era un clítoris. Mis dedos ansiosos, obedeciendo a mi viril miembro enhiesto y palpitante, lo buscaron afanosamente. En vano.... Pero encontré su dulce y húmeda vagina, y mis dedos la exploraron.

Como el caballero D’Artagnan la primera vez que enfrentó espada en mano a un enemigo (detrás de Los Carmelitas, a los guardias del cardenal, ¿recuerdan?), yo, a falta de práctica, tenía una profunda teoría, y casi me muero cuando descubrí la cálida humedad de su vagina, cuando sentí sus jugos en mis dedos, porque sabía lo que eso quería decir.

Sin dejar de maniobrar ni de besarla (¿De donde sale, mis hermanos, esa tercera mano?) me deshice de mi pantalón y mi camisa (Los zapatos se habían ido una botella antes). No podía más: no había amado a nadie como a ella; no había ansiado nada como perder con ella mi virginidad. Y le dije, exactamente así, con mi dedo medio dentro de su mojada y olorosa cueva: “¿Puedo entrar?” Con voz baja, muy baja, con hambre y ansia.

Y ella me dijo: “No. Tenemos que cuidarnos”. ¡¡¡ Qué ???

¿¿¿ Qué ???, ¿Que cuidar qué, mis hermanos,... qué? ¿Cuidarnos de quién o qué?

¿Alguien nos miraba? ¿Acaso estaban espiandonos?... ¡ Oh tonto y lerdo de mí.. ella en su sapíencia se refería a algo muy obvio, para todos ... menos para mí. ( ¡¡Echenme otro tequila plis... que esto duele!! )Pero yo no sabía, no podía, y la seguí besando y acariciando, sin poderle quitar el pantalón ( Maldito mil veces maldito ese pinche pantalón...no se dejó nunca), así quedé...sin estrenarme, hasta que ella se durmió dulcemente en mis brazos.

Yo no dormí. No.

Y al amanecer ella despertó en mis brazos. Pónganme otro trago, carajo: aún duele.

Y le pregunté: “¿Cómo vamos a quedar?”, y como fingiera demencia le dije que ella sabía, y sabía bien, que la amaba, que yo quería ser su novio, ser el hombre de su vida, pero, y disculpen la cursilería de la cita, le dije “seré lo que tu quieras que sea”. Así pensaba yo, todavía.

Y ella dijo: “Bien. Seamos novios, pero hoy vete”. Me besó. Me fui.

Durante tres semanas sus dudas la hicieron “terminar” (¿terminar qué, hermanos míos... si nada empezamos?) tres veces, y empezar otras tantas. La abrazaba. Nos besábamos, pero nunca volví a tenerla desnuda. Finalmente me mandó al cuerno. “Eres mi mejor amigo. te amo. Pero te amo como un hermano...” Alguna tontería así, como si  el incesto no existiera...

Traté de ser su amigo otra vez, pero pronto comprendí que, si no me iba, seguiría atado a ella indefectiblemente. Y me fui. Le dije que me iba, en serio y para siempre (como si “siempre” existiera, hermanos míos. Otro trago carajo...(¡Cuanto dolor...ji-ji-ji y cuanta risa que me da !). Un año después encontré a la maravillosa Isa, pero esa es otra historia.

En fin, que ahí estaba yo, recordando, viendo su nuca, su figura, la mochila que acarreaba en el avión al Sur.  Seguro iba al mismo congreso que yo, ¿A qué otra cosa si no iba en el mismo vuelo que yo?

Subió. La seguí diez pasajeros después. Una señora de edad estaba sentada junto a ella a medio avión. Me llegué a su fila y le dije:

-Señora: viajo con esta señorita, pero no pudieron darnos boletos juntos. ¿verdad, Idalia? –le pregunté a ella, que asintió, asombrada, a la escrutadora mirada de la dama en cuestión-. ¿sería usted tan amable de cambiarme su lugar?, traigo boleto de ventanilla.

La amable dama se levantó y me senté junto a Idalia. Hacía más de tres años que no nos veíamos. Hacía cinco años que me huí de su territorio... habíamos coincidido un par de veces para decirnos “hola” y darnos un beso en la mejilla. Pero ahora estaba sentada a mi lado... y nos esperaban cuatro días en el Sur.

¿Quieren saber lo que pasó, oh, hermanos míos?

 

                                                                                                                                                                                 

                                                                                                                                                       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arimateus.

Arimateus.

Arimateus.

 

 
 

3 comentarios:

  1. REcordar es volver a vivir... y como lo estoy vivivnedo,...
    !!!Yeah!!! Yupi... thanks mi amante bandida.
    Te amo por lo que sois, y por todo aquello que representas para mi.
    Eres magia pura mi nena linda.
    Guau preciosa, te volaste la barda, eres un encanto.
    Te amo preciosa, te amo.
    Atte: Ari divertido y encantado.

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  2. che, pero de que era el Congreso, no me dejen con las ganas...

    pues un relato muy interesante, aunque no recuerdo haberlo leído antes, así que esta seria, irónicamente, mi primera vez con el.

    mejor dejo de decir sandeces y me voy a dormir.

    saludos ari y nuit.

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  3. Y mi primera vez , también . Aclaro con el escrito

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