Era de noche cuando en el viejo jardín cubierto de tinieblas y abandono fueron arribando los personajes de esta historia; el primer fantasma llego saltando a través de los techos, de forma ágil y elegante, tenía la apariencia de un gato, de color negro y mirada enigmática. Casi al mismo tiempo, una oscura sobra descendió de los cielos y se poso en la cabeza de una antigua estatua ubicada en el medio del jardín; era el fantasma de un cuervo cuyas palabras siempre esconden una adivinanza. Minutos más tarde, el fantasma de un rey surgió desde las sombras, sosteniendo una corona entre sus pálidos dedos. Finalmente, el último fantasma apareció desde el fondo del jardín; era el fantasma del olvido.
“Veo que esta vez somos pocos” dijo el Rey, sin despejar los ojos de su corona
“Sin embargo, aquí estamos nosotros y eso ya es suficiente” le respondió el Gato
“Suficientes o no, debemos continuar con el relato, es nuestro deber” dijo el Rey
“el deber, el deber, a veces creo que es en vano; todo desaparecerá al fin y al cabo, somos solamente tres en esta ocasión tan especial” dijo el Cuervo
“como siempre cuervo, eres el más optimista de todos nosotros” le dijo el Gato
“jajajaja siempre tan simpático; pase lo que pase no olvidare ninguna de tus bromas”
“silencio los dos… no tenemos mucho tiempo” les dijo el Rey, mirándolos fijamente “Les narrare mi historia y con eso daré inicio a nuestro encuentro”
La apuesta
Hace mucho tiempo, mas del que puedo y quiero recordar, todos los demonios y las almas condenadas estaban obligados a vagar por el mundo, sin poder detenerse en ningún sitio; el infierno no existía y no había lugar que les perteneciera. Pero aun así, una vez cada 1000 años, el diablo podía pedir asilo por una semana en cualquier ciudad que él quisiera.
Cuando yo era un ser vivo, era el rey de un extenso y maravilloso reino, una joya brillante incluso en aquellos tiempos en que todo aun era joven y vivo; un día llego a mis puerta el emisario de los demonios anunciando la inminente llegada de la enorme hueste infernal, que buscaba asilo y descanso luego de su largo peregrinaje de 1000 años.
Quise negarme, en verdad lo pensé por un momento, pero no quise desatar la ira del poderoso diablo, por lo que acepte ofrecer asilo a las infernales huestes. Los días pasaban y el gran diablo se hospedaba en mi palacio, disfrutando de lujos y maravillas, viviendo de banquete en banquete a los que yo siempre asistía, aun cuando me sentía prisionero en mi propio hogar.
Al cuarto día, el gran diablo me hizo una propuesta.
“Saludos Gran Rey, vengo a agradecerte todo lo que nos ofreces en nuestra pequeña visita a tu reino, tus dominios son legendarios en verdad y quisiera hablarte de algo que me viene dando vueltas desde que llegue” dijo el diablo
“gracias por tus palabras; me siento curioso por saber que es aquello que tienes en tu mente”
“No es más que una simple propuesta, una apuesta, un pequeño juego…”
“¿una apuesta? Quisiera saber sobre qué y cómo se llevaría a cabo, antes de aceptar”
“obviamente, mi querido rey, solo los idiotas aceptan algo sin preguntar antes” dijo el diablo, con un tono que bien podía ser una burla
“Quisiera apostar todos los objetos maravillosos y mágicos que obtuve a lo largo de mis viajes, contra todo tu reino”
Cualquiera de ustedes dos pensaran que no acepte la propuesta del diablo, yo también quisiera pensarlo, pero en ese entonces era joven y por sobre todo orgulloso, pero más aun era imbécil y termine jugando el juego del diablo; aposte y perdí todo un reino que desde entonces es habitado por demonios y almas castigadas; seres que le llaman hogar a lo que nosotros llamamos infierno.
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“La moraleja seria, no apuestes tu reino contra el diablo, ya que el siempre hace trampa” dijo el Cuervo.
“No, el diablo nunca hace trampa; el siempre se maneja con la verdad y es por eso que es tan temido y odiado” Le respondió el Rey.
“hablando de verdades, les tengo una adivinanza, aunque el final tendrán que adivinarlo” dijo el Cuervo
El romance
Lejos viven el uno del otro
Desde tiempos en los que todo es distinto
Se ven muy poco, se aman mucho
La ausencia es su destino
Una vieja profecía olvidada
Narra el encuentro entre ambos
El cual sucederá dentro de muchos, muchos años
Cuando todo se disuelva en la nada
Y sin embargo ellos no saben nada
De estas palabras ya dichas
Solo saben que se aman, a pesar de ser distintos
Y que su amor durara mientras vivan
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“ya lo sé, lo adivine” le dijo el Gato al Cuervo “la respuesta eres tú y la falta de talento; tiene que ser esa la respuesta”
“tienes razón, esa es la respuesta, tu y la falta de talento” le respondió el Cuervo
“creo que es el día y la noche” dijo el Rey
“Puede ser, aunque quizás no sea esa, quizás tenga mil respuestas o en realidad sea una adivinanza sin solución” le respondió el Cuervo, mirándolo fijamente.
“Es tu turno gato, cuéntanos tu historia” le dijo el rey, esquivando la mirada del cuervo y dirigiéndola a la corona entre sus manos.
“Les contare un cuento antiguo, de nuestra raza, una historia de gatos” dijo el felino.
Una historia de gatos
En todos los umbrales estamos nosotros, vigilando y observando a los seres que entran y salen, que van y vienen a lo largo de las eras; para nosotros el tiempo es un suspiro, algo pasajero, ya que somos capases de ver a la vez lo que ocurre en lo que los demás llaman presente, como también aquello que acontece en el pasado y en el futuro. El tiempo es un diamante de infinitas caras y nosotros somos capaces de verlo en su totalidad; lo que es se mezcla con lo que será, que a su vez revela lo que fue y en medio de ese ordenado caos estamos nosotros.
En uno de estos infinitos presentes, existe una realidad que ya no existe y que es totalmente distinta a esta en la que nos encontramos; en ella nosotros los gatos somos la raza dominante por sobre el resto, el mundo es de nuestra pertenecía y quienes ahora dicen ser nuestros amos, son nuestras mascotas, nuestros juguetes o nuestra comida.
Era el mundo perfecto, echo a nuestra imagen y semejanza, pero nosotros, ciegos de tanto poder no advertimos hasta que ya no se podía hacer nada, las señales que anunciaban su destrucción. Resulta, mis estimados amigos, que los sueños guardan un poder tan inmenso que es capas de cambiar la realidad misma y moldearla a formas totalmente inimaginables; tan solo hace falta soñar con ello. Soy capaz de ver al humano que obtuvo esta revelación en un sueño, también puedo ver como el mismo humano transmitió su conocimiento al resto de los de su especie “sueñen con un mundo en el que seamos los reyes” decía ese humano a las multitudes que acudían a su llamado. También veo el momento exacto en que todos los humanos soñaron con esa realidad, a tal punto que nuestro mundo cambio para siempre, los hombres pasaron a ser reyes y nosotros solo somos sus mascotas…
Algunos creen que volveremos a ese mundo, cuando lo merezcamos, cuando lo soñemos con fuerza, pero yo se que eso nunca ocurrirá. Hay cosas que no vuelven nunca, sin importar cuanto uno lo quiera, sin importar que sea el sueño de un millón de gatos.
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“No puedo evitar ver a ese mundo del que hablas, como a una caja de arena para gatos inmensa” dijo el Cuervo
“por hoy termina la reunión, nos volveremos a encontrar dentro de 100 años” dijo el Rey
“creo que no podré venir, andaré ocupado ese día” dijo el Cuervo
“no te preocupes, tu vendrás; soy yo el que no aparecerá” le respondió el Gato
“Adiós amigos, nos volveremos a ver, en un momento u otro; que el olvido no los atrape” dijo el Rey
Los 3 seres se fueron, mientras que desde el horizonte se asomaba el sol de la mañana, ahuyentando a las tinieblas que dormían en el jardín, el Gato se perdió entre el mar de tejas y azoteas, el Cuervo voló raudamente hacia el horizonte y el Rey se disolvió en la nada. Solo quedo el fantasma del olvido, el ultimo en aparecer y el ultimo en irse, que no pudo narrar su historia ya que esta era conocida por todos; además, que otro sentido tenían estar reuniones que las de evitar que la historia de Olvido se cumpla.
El rey de los desterrados
Dedicado a Iansa, Nuit y Neil Gaiman
Que nunca gane el olvido Alex no dejes de darle voz a tus sueños y letras
ResponderEliminarGracias por escribirlo
Wowow me encanto, eso si nada de entrar a la montaña …
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