Ella deseaba llegar a casa comer algo y descansar un poco; el día había sido fatigoso... Era una mujer joven, bella y de mirada soñadora. Un largo baño la relajaría .Para seguir trabajando, corregir exámenes, e intentar sacar algo de tiempo para sí misma
Por eso fue una sorpresa cuando la dueña de la pensión le dijo: un caballero ha dejado estas cajas para usted
Dos cajas -una grande y alargada, otra un tanto más pequeña- y un sobre.
Muy sorprendida tomo las cajas y el sobre, subiendo a su habitación. ¿Quien las había dejado en su ausencia?
Rompió el papel que las envolvía y abrió nerviosa el cartón que ocultaba su regalo. Lo que vio la dejó aturdida: un precioso vestido añil de corte princesa, junto a una capa de encaje negro. Los extendió sobre su cama. Acarició casi temblando la seda de la que estaba hecho, como si el roce de sus dedos pudiera hacerlo desaparecer por arte de magia. Cuando logro recuperarse de la sorpresa; sus manos se dirigieron a la siguiente caja Aun más nerviosa, desató como pudo la cuerda que la cerraba. Cuando levantó la tapa, encontró unas sandalias negras, de tacón alto.
No entendía nada. No sabía qué motivo tendría alguien para enviarle aquello. Tomo el sobre y en su interior encontró una misiva escrita en rojo: “Invitación al Baile de Máscaras”. Debajo, la hora de la cita. Miró el reloj -Aun había tiempo, pensó-. Y siguió leyendo. Una frase, escrita a mano en azul, decía “No faltes”. Nada más; ni una firma, ni un indicio que pudiera darle pista
Miró el vestido, la tentación de probarse el conjunto se apoderó de ella.
Pasados unos minutos; estaba ante el espejo de su cuarto, sorprendida al verse convertida en una dama de estilo colonial
De repente, aquel espejo pareció llevarla ciento cincuenta años atrás, doscientos. Un aroma que no reconocía empezaba a llenar la habitación. Trató de buscar el origen. No encontró nada
Dudó unos instantes, pero aquella caligrafía azul era un reto, un misterio que empezaba a obsesionarle.
Se dirigió a la ducha, el agua elimino su cansancio Cuando regresó a su cuarto, envuelta en su toalla, se quedó de nuevo observando el conjunto. Se maquilló antes de colocar el vestido, delineó sus ojos, los maquilló con sombra, delineó sus labios, y recogió su cabello lo justo para usar un antifaz, dejando rizos caer de manera divertida por su cara. Aplicó estratégicamente el perfume, un poco en las muñecas, un par de gotas en el cuello, en la nuca y un poco en medio de sus senos. Enfundo el vestido y ante el espejo apareció, como por arte de magia otra mujer, mágica, misteriosa, bellísima. Por momentos no creyó reconocerse
La noche había caído, en el salón, la orquesta iba desgranado una canción tras otra. Ella era invitada a bailar una y otra vez y en los brazos de cada enmascarado intentaba encontrar a aquél que enviar la breve nota de tinta azul. Encontró a algunos interesantes, otros realmente sin brillo, aburridos Prefirió escapar al jardín, refrescar sus mejillas, para pensar si no había sido un error aceptar aquella cita a ciegas
El sonido de una copa de oporto al posarse sobre el balconcillo de piedra la arrancó de sus pensamientos. A su lado, un hombre más alto que ella la observaba atento. Su mano le invitaba a tomar aquella copa y brindar por un encuentro preparado. En ese instante lo supo, supo que era él el misterioso hombre por quien estaba allí. No hizo falta mayor explicación. El leve chocar de los cristales selló un pacto sin palabras y el roce de los labios, mojado por el vino, anticipo más caricias en su piel
Ella intento levantar la máscara de aquel desconocido, pero la mano del hombre acarició la suya, la apartó, mientras que de un bolsillo extraía un pequeño estuche ya medio abierto. Un anillo pasó de la caja al dedo corazón de aquella mano curiosa que había querido descubrir el rostro del hombre misterioso. Él besó el anillo. Un solitario, sencillo delicado. Él tomo su mano y aprovechó para acercarla a sí y besarla
El sabor del oporto en sus alientos se mezclo con sus salivas, inundó sus bocas sin reparo, entrelazaron sus lenguas, recorriendo paladares, adentrándose en la intimidad de cada uno…
Cuando despertó, ella comprobó que estaba en su cama. Se incorporó y comenzó a reír a carcajadas pensando en que todo había sido un sueño de su mente agotada
Fue entonces que su risa se cortó, al ver el solitario en su dedo del corazón y una nota en papel fino, con letras azules: Espérame , volveré por ti en el próximo baile
Bellisimo tan mágico y misterioso que emociona leerlo
ResponderEliminarQue bello. Un sueño que fue realidad.
ResponderEliminarJo , soñadora , solo tú podrías esperar a alguien misterioso ,año tras año cual si fuera el unico ser sobre la tierra
ResponderEliminarNo se si aplaudirte o llorar por que en el relato descubro lo que en el fondo , eres
interesante y bello escrito, aunque el final es un poco triste
ResponderEliminarEspérame , volveré por ti en el próximo baile
ResponderEliminar¿ Y vas a esperarlo ?
Que va a esperarlo, si lo prometió ,será así
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