jueves, 22 de octubre de 2009

Mi última historia (cuento)

Seca como la primavera, mi hoja de otoño dormida. Llévaba mi nombre en el sobre, un papel añejo de antaño, pretendiendo que nadie lo leería jamás. Fue tarde cuando lo decidí, tal vez debí hacerlo antes, botarla.

Hace años la escribí, en una de esas noches que no esperas nada a cambio a la inspiración porque el vino se ha acabado en el vaso y de paso la luna ya no brilla como antes porque la contaminación de la ciudad lo inunda todo. Eran tan sólo unas frases locas al viento que de a poco sin querer se fueron convirtiendo en un cuento sin sentido que adquirió fuerza al final, nada sobrenatural, nada magico, pero algo en él, algo oculto en el me estremecia la razón. Lo guardé sin que nadie lo viese, no como ninguno de mis cuentos que tantas veces publiqué por ahi o que el editor se encargó de maniobrar para la venta. No, este era especial, ni siquiera supe por qué.

Fueron días ahi en el escritorio, sobre la mesa, desde ahi sobre mi lámpara la observaba, aquella larga hoja que tenia una pequeña historia de letra pequeña. Pasarón las semanas y ahi seguía y yo, yo ya no podía escribir nada, por suerte salvé un par de meses con unos viejos poemas que desenterré del sotano de mi vieja casa, sirvieron para que mi editor no me maldijera por siempre. No fueron éxito pero lograron el objetivo de servirme para vivir.

Sí, pueden llamarme afortunada por poder vivir de lo que más amo, escribir, pero despues de ese papel, todo cambió. Pasaban noches enteras a veces sin dormir, tratando de entender por qué ese papel encerraba tanto de mí, muchas veces quise darselo al editor y al ser leído entonces tal vez yo sería libre de mi mísma y de eso que escribí, pero era tan incoherente, de qué servía. Y ahi estaba mi alma tapizada en el suelo sin entender, entre la inercia y la obsesión, rara mezcla en mi ser. No sabia yo como controlarlo, y necesitaba escribir, qué haria sino, no sabia hacer otra cosa en la vida, como podría existir, no, era una maldición o algo así.

Pasaron 2 años, decidí internarme en un psiquiatrico, ya no podia más y la gente como yo no sabe hacer otra cosa en la vida, era como si me hubieran cortado las manos, no, ya no quería nada de este mundo. El papel aun estaba ahi mirandome, en el sobre añejo donde lo guardé para no mortificarme tanto, cerca de la lámpara que iluminó tantos de mis escritos, no, ya era tiempo de olvidar todo.

Después de hacer mi maleta y hacer las últimas llamadas mi hermana dijo que me recogería a las cinco para llevarme al psiquiatrico que ya estaba listo para abrirme sus blancas puertas, me levanté enseguida de mi letargo y tomé el sobre.

Caminé y caminé...

El sobre viejo y arrugado, como si tuviese cien años. ¿Qué haría con él? Caminé por las orillas del mar, luego subi a un parque cercano, pensé que la corriente del rio seria un buen lugar, para matar mi historia.

Un viento me decía cosas al oído, me traía preguntas y paz, a la vez la inercia que tanto odiaba, se llevaba mi angustia, al menos ahora tenia yo un camino que hacer, encerrarme en el blanco mundo de los locos prisioneros. Llegué a un puente pequeño, de esos que se asoman al río como si no permitiesen verlo, pequeños y antiguos, como de pelicula de suicidios, tomé el sobre, lo contuve en mi pecho por un segundo cerré los ojos y lo arrojé.

Desperté con el cielo en mi cara, un mareo interminable invadia mi respiración, estabas tú a mi lado, me mirabas preocupado, tenías las manos temblorosas y tus ojos tiernos se sumergian en el tiempo. Me ayudaste a sentarme, me dijiste que habias pasado por ahi y viste que me desmayé al arrojar aquel sobre, que voló por el aire hacía mí misma otra vez, era extraño aquel viento, dijiste. Entonces me lo devolviste y entendí todo, todo eso que no se dice en las letras, todo eso que jamás podremos plasmar en un lenguaje, todo esto que alguna vez podemos llegar a ver en nosotros mismos, en nuestra historia. Te tomé de las manos y sin pensarlo te besé y sentí que el cielo bajo a mis pies, un escalofrio infinito en mi boca, una alegria inmensa en mi corazón, me besaste como el silencio besa la palabra cuando esta termina y al mirarnos no supimos más de preguntas nunca más, tendríamos la vida para contarnos historias y tu y yo sabiamos que el amor no era proporcional al tiempo o a la distancia.

Ahora que te miro desde aquí, después de toda esta vida contigo, te veo ya dormido por la eternidad, pienso que esta será mi última historia, mi último papel con el cual me arrojaré al viento, amor, porque sin ti podré escribir, pero no será vivir, no será vivir.

Ahora por fin la arrojaré.

 

A.M.

2 comentarios:

  1. el desapego, para algunos un camino en cruz, donde ir, que hacer, dejar atras y continuar, pregunta tras pregunta el laberinto se hace infinito, lo cierto es que el final tiene demaciados significados, pero un solo mensaje, me engancho la historia me quedo con este fragmento.

    me besaste como el silencio besa la palabra cuando esta termina y al mirarnos no supimos más de preguntas nunca más, tendríamos la vida para contarnos historias y tu y yo sabiamos que el amor no era proporcional al tiempo o a la distancia.

    zandor x

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  2. Ahora que lo leo este pedacito,
    igual quedó weno eh.. jajajaja
    hace raton que no escribia cuentos,
    ahora hice varios pero los tendré escondidos...
    ese tipo de literatura es complicada como para regalarla tan rápido...

    Un abrazo, Zandor.

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