Tras los tambores de la tormenta, Con el espíritu de cristal quebrantado La agonía de la desventura tatuada, La mar de la vida vocifera. Ni una moneda en el bolso de ilusiones, El estomago vacio de emociones, Corazón seco, de carisias y amor, Sobre madera mojada a la espera del amanecer. Los dados no dieron el número ganador, La ruleta solo tiene una bala hueca, En la punta el dedo de dios, Que señalan directo a la sien. Un impulso fuerte, adrenalina Que sobrevive en los duros rincones, En este recóndito sitio, la sonora Gaita fúnebre suena. Pero desde dentro en lo profundo Un rojo destello, la voz de los siete Se agolpa como olas furiosas de Huracanes Pega duro, levántate, tu mundo Contraído, un beso lejano que espera, Refugios como brazos abiertos Que arropen el calor de tu cuerpo roto. Nace, renace, un sueño privado En palabras convenientes, con vida propia, Iguálalo, no lo contengas, demasiados Diciendo lo grande que son en tu pequeño Espacio. Respira, como si nunca lo hubieses hecho, Como después de salir del charco de sangre Donde te ahogabas, entre lágrimas y recuerdos, Es ya demasiado el lapso. Y si el sol se ha ocultado por tantos años, En la oscuridad espera a que nuevamente Brille con candor tu alma, que tu sueño Es más grande que la envidia del cielo. El que escribe desde el fondo del silencio Zandor x |
Ayy... A veces ni todos los abrazos hacen que uno salga de esos charcos de sangre...
ResponderEliminarEres hermoso en tu alma, Zandor...
Tus letras son lluvias diminutas que caen sobre la brisa de un mar azul profundo...
Sólo puedo secar las lágrimas y esperar, esperar que el tiempo seque mi garganta...