Era un día como cualquier otro en el hospital psiquiátrico de Santa Helena, ubicado al final de la amplia Av. Los Robles. El Dr. Ernesto Hermes se encontraba sentado detrás de su escritorio, con una enorme pila de papeles frente a él; el día de ayer uno de sus pacientes se había rehabilitado completamente y eso siempre significaba lo mismo, una enorme cantidad de informes que escribir, así como otra gran cantidad de papales que firmar. “Esto va a terminar volviéndome loco” pensó mientras releía por octava vez un informe sobre la evolución del paciente.
Cuando todo parecía indicar que esta iba a ser una mañana tranquila, los gritos provenientes del comedor arrojaron por el suelo todas sus expectativas. Rápidamente el Dr. Ernesto se dirigió al origen del incesante griterío y pudo ver como un enfermero trataba, por la fuerza, a que uno de los pacientes tomara una pastilla.
“¡YO NO TOMARE NADA, ESA PASTILLA ES VENENOSA Y TU ERES UN TRAIDOR!” Exclamaba el paciente “¡HARE QUE TE DECAPITEN, POR INTENTO DE ASESINATO REAL!”
“tomate la pastilla de una vez, viejo idiota” dijo el enfermero, mientras que el anciano se retorcía entre sus brazos.
“Tranquilícense todos” dijo de pronto el doctor “y usted Rodríguez, suelte a ese pobre anciano antes de que le quiebre algún hueso”
“Gracias a dios que vino usted Doctor” Le dijo el anciano, acomodándose la ropa “ese que dice ser un enfermero no es más que un asesino, contratado para matarme; debe venir del Reino de Antoquia, usted bien sabe que siempre quisieron destruirme y conquistar mi imperio”
“A ver Mi Señor, páseme esa pastilla” le dijo el médico al anciano “uhmmmmmm no mi señor, se equivoca, esta pastilla no tiene veneno; es para evitar embrujos y maldiciones, es muy importante para su salud y la integridad de sus dominios”
“espero que este seguro, mis enemigos tienen brazos y ojos por todos lados”
“No se preocupe, confié en mi palabra, esa pastilla le hará un bien enorme mi señor”
“Está bien, confiare en usted, ya que por algo es mi medico real, pero eso sí, desde ahora y en mi carácter de emperador del vastísimo imperio de Lunan, declaro que ese enfermero es un enemigo real”
“No se preocupe, yo me encargare de que reciba el castigo que merece” le dijo el médico.
“No entiendo porque le sigue el juego, está loco, pero aun así usted lo trata como un cuerdo” le dijo finalmente el enfermero Rodríguez.
“le “sigo el juego” ya que es la única forma de que no se cierre, lo necesito abierto, cooperativo” le respondió Ernesto.
“Yo haría las cosas de otra forma”
“Si es por eso, que yo soy el médico y usted es solo un enfermero. La próxima vez trátelo con más amabilidad, que no me importa de quien seas el sobrino, yo no tolerare la fuerza bruta en mi hospital.”
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El historial clínico del “Emperador” era de lo más vistoso, fue un caso repentino de locura en la que un hombre de 60 años, se despierta y dice que él no es la persona que era, no recuerda haber sido José Gómez, ni haber vivido toda su vida en las afueras de la ciudad, pero afirma con vehemencia ser el 8avo Emperador del vastísimo reino de Lunan, Enservio Tercero; un mandatario justo y honorable.
“Buenas tardes mi señor, espero que el incidente de la mañana no le haya arruinado el día” dijo Ernesto, sin apartar la vista del informe que tenía en su mano.
“oh no, no se preocupe que mis enojos se pasan fácilmente; aparte no puedo estar más contento”
“¿contento? Cuénteme mi señor, ¿Qué fue lo que le alegro el día?”
“El amor, mi joven médico, me enamore de la mujer más bella y bondadosa de todas pero aun falta más, ya que le propuse casamiento y a aceptado; ¡Finalmente conseguí una emperatriz digna de mis dominios!”
“Wow, eso sí que no me lo esperaba, ¿y quién es la afortunada?”
“Su nombre es blanco y puro como la luna, se llama Elisabeth Ferret y dentro de 3 días nos iremos, para luego casarnos en el Palacio de las Mil Fuentes”
“¿la paciente Elisabeth, con ella se casara mi señor? Espero que me invite a la boda”
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Al día siguiente, la conversación sobre el casamiento real se había borrado de la mente del joven médico, no era más que otra disparatada conversación a la cual ya estaba acostumbrado. Solo noto un cambio en el comportamiento otrora energético de su paciente José, ahora se pasaba el tiempo sentado frente a una ventana que daba directamente a la avenida Los Robles, como si quisiera alzar su cabeza por encima de los edificios, con la vista perdida en algún punto lejano.
Al tercer día luego de la conversación, la mañana se asomaba tranquila en el hospital, aunque a su alrededor el Dr. Ernesto sentía una leve atmosfera de espera, un mar de quietud que parecía cubrirlo todo y que le impedía concentrarse en los archivos médicos que cubrían por completo su escritorio. “Parece como que todo fuera a estallar en cualquier momento” pensó mientras daba vuelta una hoja. Lentamente se percato de que un extraño sonido empezaba a escucharse cada vez con más claridad; al principio no supo de donde provenía ese ruido, hasta que sus ojos se posaron en la larga avenida y todas sus dudas se despejaron.
Marchaban a paso rápido, firme y elegante, cientos de porta estandartes vestidos de rojo y negro, algunos enarbolaban banderas mientras que otros entonaban con brillantes trompetas, una música de fanfarria que marcaba el paso con el que avanzaba la multitud. Pero no era eso solo lo que vio, ya que detrás de los portaestandartes, avanzaban los caballeros enfundados en brillantes armaduras de plata, mientras que a su alrededor pequeños y escurridizos saltimbanquis realizaban arriesgadas piruetas para disfrute y estupor de los testigos de tan extraño desfile. La comitiva llego finalmente a la puerta del hospital, el cual permanecía en silencio y quietud, como si esperara alguna explicación a tanta demencia; entonces, uno de los caballeros se separo del resto y con una voz poderosa y clara dijo:
“Hemos venido desde muy lejos, en búsqueda y llegada de nuestro emperador máximo Enservio Tercero, señor de los dominios plateados, mandamás de los bajos valles quien junto con su futura esposa y futura emperatriz máxima Elisabeth Ferret, futura señora de los dominios plateados y futura mandamás de los bajos valles, reinaran por siempre en el Palacio Blanco”
Nadie en el hospital movió un musculo, ni las moscas se atrevían a volar; tan solo contemplaban como el Emperador y la Emperatriz salían, tomados de la mano, y se iban junto a la enorme comitiva, hacia un destino que se encuentra más allá de los edificios.
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La vida sigue y para quienes se quedaron en el hospital, la vida siguió, aunque ninguno de ellos sabía muy bien hacia donde se dirigía sus vidas y sus razones; 4 días mas tarde del incidente, llego al hospital un enorme cofre de oro y plata, dentro de el había 659 cartas reales, escritas con tinta de oro; todos en el hospital recibieron la suya, incluso el enfermero Rodriguez, aunque la de el era distinta, ya que solo contenía una catarata de insultos reales y estaba firmada por “su ilustrísima madre que lo pario”. Cuando el Dr. Ernesto abrió la suyo, leyó lo siguiente.
“Esta usted formalmente invitado, al casamiento del emperador máximo Enservio Tercero, señor de los dominios plateados, mandamás de los bajos valles, con la emperatriz máxima Elizabeth Ferret, señora de los dominios plateados, mandamás de los valles.
Att, Enservio Tercero, emperador de Lunan.”
El rey de los desterrados
Me encanta cuando escribes con tantos detalles
ResponderEliminares precioso .
Jo, chaval maravilloso escrito , mis felicitaciones
ResponderEliminarQueda preguntar algo, Elizabeth ¿por quien ? jajaja
por nada en especial, bah miento, en realidad lo elegí ya que siempre me sonó como un nombre muy "real"
ResponderEliminarme alegro que les guste
Wowowow , me encanto , es un relato precioso donde la imaginación gana el corazón de aquellos cansados de la realidad , donde la locura es el paso a un mundo nuevo ; tan real como el más real
ResponderEliminarY lo que más me emociona es saber que aún existe en ti el poeta, el escritor que decía haber caducado…fantasía no muere, utopía es nuestro hogar por siempre
Gracias por este hermoso cuento , sigue , sigue adelante amor
Nuit
Jó , Mía Elizabeth ... muy real como bien dices
ResponderEliminarcree lo que quieras creer alexis
ResponderEliminarJoer , chaval que caracter podrido
ResponderEliminar¿Desayunas con sangre de tigre ?
jajajaj no, hoy no me desayune, de lo que me arrepiento ya que me dio hambre, uhmmmmmmmmmmmm mejor me voy a preparar algo y luego te respondo.
ResponderEliminarsaludos che