¡Cuántos cielos repentinos, sin un sólo nombre!
Un murmullo quebrado y lleno de odio
Todo esto atorado en mi garganta,
cientos de miedos y melancolias
dominarón mi placer.
Ya no hay más que estas letras arrepentidas
de haber nacido y muerto al mismo tiempo
en estos quebrantos rotos de mi alma
en donde la poesía es una
en tal vez una hilera de soles.
La esperanza marchitada,
los sesos descubiertos,
las ideas concebidas,
los retazos de corazones muertos.
Quisiera que me hubieses amado
como yo te amé
que me hubieras cobijado
como yo lo hice,
quisiera que me hubieras abrazado
en esta trampa de la nada
con esta vida rotando por mis dedos
cada vez
que me voy ocultando en un verso.
Yo dejo los ataudes en mi muro,
no hay quien toque mi puerta ya,
quienes me conocieron
supieron lo que quise amar,
hoy lloro
lloro sin llorar,
porque no contemplo más este firmamento
y solo quiero mi escritura derramar.
Escupo todas las rimas,
todas las distorciones de esta razón,
vomito los puentes de luz en mi garganta
decoro la muerte en mi cielo de penumbras,
soy un parecido del infierno,
un ave sin vuelo,
un viento dormido
que nunca más volará...
A.M.
Que malo es amar y no ser correspondido. Un poco de olvido para cicatrizar, es la unica medicina que puedes utilizar para que cuando encuentres otro amor lo puedas amar.
ResponderEliminarMi admiración a tus letras.
Si que duele no ser correspondido, recuerdo alguna vez haberme sentido así...
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