Las tierras y el fuego

 

 

 

En la tierra primitiva, los hombres contemplaban con miedo la noche, ya que la luna y las estrellas, no alumbraban todos los peligros que la oscuridad ocultaba. Dormían intranquilos, sabiendo que cada ocaso podía ser él ultimo, hasta que una noche tormentosa, los hombres recibieron el fuego, que descendía del cielo, que viajaba en los rayos y que ayudo a los hombres a enfrentar sus demonios.

 

 

Y así paso el tiempo, mientras que el hombre, ahora libre de sus temores, sé expandía a lo largo del antiguo mundo portando el fuego en sus manos. Pero el conocimiento de este sagrado elemento estaba prohibido para ellos, no sabían como hacer el fuego, solamente alimentaban las hogueras, las protegían de la lluvia o el viento, y si se llegaban a apagar, esperaban a que la próxima tormenta les otorgara una nueva chispa.

 

 

Hasta que un día, mágicamente todos los fuegos, fogatas y antorchas del mundo, se apagaron, dejando al hombre en la oscuridad de la que por tanto tiempo habia huido con tanta desesperación. El pánico, el miedo insensato y animal, se apodero de los corazones de los seres humanos, que alabaron cada amanecer y lloraron con desesperación cada crepúsculo, y que rogaban a la luna para que brillara con mas fuerza, mientras que poco a poco sus viejos enemigos fueron volviendo, como ojos brillantes que resaltan en medio de la profunda oscuridad.

 

 

La raza humana fue perseguida y diezmada, con mas furia que antes, por las garras de las bestias nocturnas, que fueron recuperando el territorio que habían perdido. El final parecía inminente para los hombres, hasta que de lo alto de una inmensa montaña, el fuego y sus secretos descendió en manos de un gigante, que recorrió el mundo mientras les rebelaba a los humanos, el conocimiento arcano de la creación de la chispa, para que nunca la pierdan, para que nunca la olviden, para que sea su guía a lo largo de los tiempos por venir.

 

 

el rey de los desterrados