Breve recopilatorio de islas mágicas, misteriosas o de características peculiares.

Breve recopilatorio de islas mágicas, misteriosas o de características peculiares.

"ISLA: porcion de tierra que se encuentra rodeada de agua por todas partes. Las islas pueden estar ubicadas en mares, rios, lagos o lagunas, teniendo tamaños muy diversos: desde unos pocos metros cuadrados hasta más de dos millones de kilómetros cuadrados.”

En cualquier diccionario es posible encontrar esta definición, quizás con algunos agregados, con alguna que otra palabra diferente y de seguro que con ejemplos a ser la isla de Pascua, Cuba, Japón, ect. El célebre pensador Edwing Tomnskein decía en su libro “Simbología del todo” que la vida es una isla, rodeada por los negros mares de la muerte y el misterio; pensamiento bastante lúgubre aunque verdadero, pero eso no evita que pueda invertirse y afirmarse con la misma veracidad, de que la muerte es una isla, rodeada por los mares de la vida y la iluminación.

Muchas son las leyendas y los cuentos en las que hacen aparición islas, islotes y archipiélagos que guardan características especiales; algunas son ya de por sí muy conocidas como la mitológica Atlantida, descrita por Platón y que aun hoy da mucho de qué hablar, sobre todo en aquellos que afirman como verdadera su existencia y que la buscan en todos los océanos del mundo. A continuación les dejo un breve repaso por islas enigmáticas, que habitan en el terreno de la leyenda.

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En el antiguo Japón circulaba la leyenda de una isla flotante habitada por un hombre, un islote más que nada ya que solamente tenía 2 metros de diámetro, como figura en antiguos manuscritos del siglo V. Nunca se supo quién era el hombre, algunos decían que era un dios exiliado, otros narraban que era un simple mortal que no podía bajarse de la isla, quedando condenado a flotar eternamente. Pero este pequeño islote no solo flotaba, sino que se movía siguiendo erráticos caminos: a veces surgía del este junto con el sol y luego se dirigía hacia el norte, otras veces simplemente volaba en enormes círculos, para luego ascender hacia los cielos.

Muchos años después, los marineros europeos que se aventuraban a tan lejanas costas, afirmaban haber visto una pequeña isla voladora, habitada por un solo hombre. Creían que era presagios de naufragio, hasta afirmaban que ese hombre era el diablo y que la única forma de espantarlo era que todos los tripulantes rezaran y pidieran perdón a dios por todos sus pecados.

En otra región del globo, los antiguos Eutnekas hablaban de la existencia de una enorme isla llamada Yinder, también flotante, con una magnifica ciudad dorada de altas torres en donde los dioses vivían y reinaban; surgía siempre desde el este entre mares de fuego y se ocultaba en el oeste dejando oscuridad como estela. En esa isla mágica, habitaban todos los dioses, desde el dios Kijteusekan “Padre-de todo” que reinaba en el centro mismo de la ciudad junto a la diosa Teilejtanf “Madre-de-todos”, seguidos por cientos de miles de dioses, unos más importantes que otros, hasta llegar al dios Hejkentap “El-que-aun-no-es”. Según los Eutnekas, el fin del mundo llegara cuando dicha isla se estrelle contra el mundo, causando una descreación que hará que todo vuelva a ser Uno.

Pero hay muchas islas que a pesar de no tener características mágicas, guardan muchos secretos e historias, como en la que se narra la ubicación del enorme botín que el pirata Rey Rojo acumulo durante toda una vida de saqueo y muerte. Según cuentan las historias, el célebre pirata ocultaba su tesoro en una isla ubicada en el centro mismo del océano atlántico, pero contrariamente a lo que siempre se cuenta en las historias de corsarios, el Rey Rojo no enterró su fortuna; cada moneda, cada diamante, rubí y esmeralda descansaba en la cima del volcán (un volcán extinto obviamente). Según nuestro pirata, la dificultad del asenso a la cresta de la montaña, así como el dificilísimo descenso de la misma cargando un tesoro, hacía imposible que cualquier ladrón siquiera pensara en atreverse a robar algo.

Según cuenta el mismísimo Rey Rojo en su diario, gracias al tesoro la cima del volcán brillaba durante todo el día con una intensidad mayor que la del sol y de noche solo bastaba la clara luz de la luna para que toda la isla se iluminara con una luz amarilla, como si aun fuera de día.

Se desconoce el actual paradero del tesoro; quizás sea solo una leyenda, tan cierta y tan falsa como cualquier otra, o quizás al final el volcán que hacía de escondite, no estaba tan extinto como se creía.

Para finalizar, les contare la historia del gran pero olvidado científico del renacimiento Piero Diventi (1446-1492) famoso en ese entonces por su teoría del oxigeno, con la que afirmaba haber encontrado la forma de respirar bajo el agua con la misma facilidad que se respira aire; así como también por su fama de Casanova con mal gusto (todas sus conquistas eran… feas). Pero hoy les contare como en el año 1469, luego de que una mala conquista le haya hecho ganar el odio de una persona por demás importante y poderosa, Piero ideo lo que hubiera sido su más grande creación, una isla voladora y artificial, capaz de remontar en el aire objetos tan grandes como una casa, mas grandes aun, hasta una ciudad entera en los cielos.

Por 3 años estuvo trabajando en secreto para elevar en el aire lo que sería la primera aeroisla; esta estaba compuesta por 2 hectáreas de tierra que contenían su casa, su taller y una pequeña arboleda. El experimento consistía en introducir en la tierra, a lo largo de todo el perímetro, extensos calves de hierro de 5 cm de espesor y 23 metros de largo, a los cuales luego sujetaría enormes esferas de tela con aire caliente en su interior (como vemos, en su búsqueda científica Piero se adelanto por 3 siglos e invento lo que luego se conocería como globo aerostático) las cuales serian las encargadas de elevar la aeroisla.

Finalmente llego el día del primer vuelo y miles de personas fueron a ves  que era eso de lo que tanto se hablaba, algunos con curiosidad, otros con ansias, hasta había algún que otro envidioso. Cuando los relojes marcaron las 12 del mediodía Piero salió de su casa, elegante y sonriente, contemplando a todos los presentes sin decir una palabra. Ya sin poder aguantar la expectativa, el inventor activo un extraño mecanismo que enviaba aire caliente a todas las esferas por igual, las cuales se fueron hinchando cada vez más, elevándose poco a poco mientras todos miraban asombrados. Los segundos pasaron, las esferas se inflaban al unisonó, impactantes, de un tamaño increíble “median como 100 metros” dijeron algunos, más de uno exagerado no tardo en decir que median 1000 metros.

Finalmente todas llegaron a su límite y llenas de aire caliente empujaban con fuerza hacia los cielos, bamboleándose sutilmente ante la brisa, pinchándose por la enorme presión que soportaban, desinflándose rápidamente mientras emitían un silbido agudo, muriendo sin haber elevado siquiera un centímetro a la aeroisla, pero hundiendo a Piero Diventi en el más oscuro olvido.

el rey de los desterrados