Rumiantes libélulas invertebradas Cubren el despojo que lleva la carne, Clavos de ataúd atados al collar de Lamentos lacerantes.
Ahí están los demonios entre resquicios Maniáticos del pasado, crujen entremezclados Con los chirriantes nidos de alaridos huecos, Expectantes a la huida de un suspiro.
Se quema lo último del tabaco viejo, Con media bocanada de noche se alimentan Los duendes que llevan a cuestas los tesoros Inertes del tiempo.
Rezos reos del humo de cáncer, Un desierto de sal a la orilla de un labio Seco, manantiales de barro atascan la Salida de un sol veraniego.
Ahí están las tardes solitarias en cada Punta de las hojas caídas de Arboles de hierro, petrificante, Atenuante, lógico.
El vagabundo se muestra rico entre Tantos pobres, escribe y se ríe, Se mese y se acuesta, escapando Entre bailes de viento.
Tararea una antigua melodía Jamás escrita, se inyecta oscuridad en Las pupilas, mientras la luz le embriaga Las venas.
Libertad le gritan los pájaros negros Que expectantes guarecen su caída, Saborean sus restos en cada calle, En cada esquina.
Él se mira al espejo, se acomoda Corbata y saco, es un nuevo día Para pulir las máscaras blancas Que le hacen esclavo.
lord zandor x
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viernes, 17 de junio de 2011
bufon
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Reflexivo y critico escrito .
ResponderEliminarUn abrazo Iansa
¿ Bufón ? Para nada, solo un vagabundo que desanda el tiempo hacia atrás y hacia adelante mitigando con sus letras su enorme desencanto , reteniendo la oscuridad en su interior
ResponderEliminarUn vago sinsabor que invade tu caminar
Nuit