Cabalga bajo un sentimiento de tristeza que abarca todo su ser inundando con melancolía de aquellos tiempos donde la realidad era solo fantasía.
Hoy el vacío rodea su ser que llora, sin poder contener mas este dolor, llena los momentos de su soledad perdiéndose por siempre en su mente.
Las flores germinan y mueren cada día, las espinas cubren toda belleza en el jardín. Las aves se marcharon cansadas de su pena, solo su ausencia percibe en su interior.
El cielo esta cubierto de nubes negras dispuestas a llorar por un hombre silvestre, aliviando con la lluvia su alma que muere en espera de sentir un día la felicidad.
Y aquí yace por siempre este hombre, espéctador inmóvil de su marchita vida. Los demás viven pero el muere sin luchar, No lloren por él, porque un día lo olvidarán...
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jueves, 7 de julio de 2011
Un hombre silvestre
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