sábado, 13 de agosto de 2011

El posteo paranoico - hoy - Evento de Tunguska

El posteo paranoico

La verdad está ahí fuera, mejor quédate dentro de casa.

Hoy – Evento de Tunguska



Imaginemos que estamos en plena Rusia, tierra de la perestroika, los camaradas comunistas, el tetris y las ciudades con terminación en “grado”. Es el día 30 de junio de 1908 a eso de las 7 am, cuando de golpe sin previo aviso, en medio de la nada siberiana y en pleno aire, surge una explosión de unos 30 megatones  que arrasa con todo a su paso en un radio de 2.150 km².

La energía liberada se ha establecido, mediante el estudio del área de aniquilación, en aproximadamente 30 megatones.1 Si hubiese explotado sobre zona habitada, se habría producido una masacre de enormes dimensiones. Según testimonios de la población tungus —la etnia local nómada de origen mongol dedicada al pastoreo de renos— que lo vio caer, «brillaba como el Sol». Informes del distrito de Kansk (a 600 km del impacto), describieron sucesos tales como barqueros precipitados al agua y caballos derribados por la onda de choque, mientras las casas temblaban y en los estantes los objetos de loza se rompían. El maquinista del ferrocarril Transiberiano detuvo su tren temiendo un descarrilamiento, al notar que vibraban tanto los vagones como los rieles.

El estudio del suceso de Tunguska fue tardío y confuso. El gobierno zarista no lo consideró prioritario —algunas fuentes indican que tenían mucho interés en hacerlo pasar por una «advertencia divina» contra la agitación revolucionaria en curso—, y no sería hasta 1921, ya durante el gobierno de Lenin, cuando la Academia Soviética de Ciencias envió una expedición a la zona dirigida por el experto en mineralogía Leonid Kulik. El clima permitió que la alteración de las huellas del impacto fuera muy poca. 


Hallaría un área de devastación de 60 km de diámetro,1 pero ningún indicio de cráter, lo que le resultó sorprendente. En los años siguientes hubo varias expediciones más; en 1938 Kulik realizó fotografías aéreas de la zona, lo que puso en evidencia una estructura del área de devastación en forma de «alas de mariposa». Esto indicaría que se produjeron dos explosiones sucesivas en línea recta. En los años 50 y 60 otras expediciones hallaron microlitos cristalinos muy ricos en níquel e iridio enterrados por toda la zona, lo que refuerza la teoría de que pudo tratarse de un objeto natural de origen extraterrestre. También se encontraron pequeñas partículas de magnetita.

Según la teoría “científica oficial llevada a cabo por científicos competentes” la explosión se debió a un cometa compuesto de  hielo y polvo que estalló y posteriormente quedó completamente vaporizado por el roce con la atmósfera terrestre, permitiendo que todo el hielo se sublimara directamente a gas, que se dispersó por la atmósfera eliminando todo rastro de la explosión. Obviamente que es una teoría ya que nunca encontraron fragmento alguno que validara la teoría del cometa, así como tampoco hallaron cráter alguno que al menos validara el hecho de que algo impacto en ese lugar. Debido a esto (y a otros factores de los que hablare más adelante) surgieron otras teorías “no oficiales” que buscan explicar el misterio; teorías que quizás no cuenten con el aval de la ciencia “oficial” (nunca me cansare de poner “oficial” entre comillas) pero que aun así conviene tenerlas en cuenta ya que son otro punto de vista sobre el suceso, aparte de que son mucho más divertidas de leer y de explicar.

LA NAVE ESPACIAL


Entre todas las teorías que han pretendido explicar la explosión de Tunguska, la más discutida fue la planteada en 1946 por Alexander Kazantsev, escritor soviético de ciencia-ficción. Disfrazando su teoría en forma de cuento, Kazantsev sugirió que la explosión sobre Siberia había sido causada por el incendio de una astronave movida por energía nuclear, tal vez procedente de Marte.

Kasantsev especulaba que los extraterrestres habían venido para aprovisionarse de agua en el lago Baikal, que es el mayor volumen de agua dulce existente en el planeta. Al descender su nave a través de la atmósfera, la fricción la calentó hasta hacer estallar sus motores, produciéndose en el aire una explosión como la de la bomba de Hiroshima.

Los ufólogos soviéticos Félix Zigel y Alexei Zolotov han apoyado esta idea de la explosión de una astronave nuclear. Zigel llegó incluso a proponer la idea de que la nave realizó una maniobra en zigzag al intentar desesperada mente un aterrizaje, aunque en realidad ninguno de los testigos manifestó haber visto cambios de rumbo en la bola de fuego.

Otro escritor de ciencia-ficción, John Baxter, en su libro Thefire carne by, publicado en 1976, siguió la teoría de Kazantsev al comparar los efectos de la explosión de Tunguska con los de la bomba de Hiroshima: el fogonazo cegador y el intenso calor, la corriente ascendente de aire caliente que originó una columna "ardiente", y el característico grupo de árboles que permanecieron de pie en el centro de las devastaciones de Tunguska, tal como había ocurrido en el punto de explosión de la bomba de Hiroshima.

RAYO DE LA MUERTE

"supuesto plano de dicho rayo"

Aquellos que lleven sobre si varios años en esto de las conspiraciones y la paranoia, de seguro que escucharon nombrar más de una vez el nombre de Nicola Tesla, celebre científico rodeado de misterio, al que se le agregan constantemente invenciones de lo más increíbles. Una teoría afirma que fue por un experimento suyo que surgió semejante explosión.

Todo comienza cuando Tesla proclama a todo el mundo que tenía un arma que denominó EL RAYO DE LA MUERTE, capaz de enviar un rayo electromagnético a centenares de kilómetros y arrasar grandes extensiones de Tierra, vacilando que podría con esta arma partir la tierra como si fuera una manzana. (Comentario personal; encuentro interesante la descripción de dicho aparato y su similitud con el infame HARPP del que ya hablare más adelante. ¿Sera este rayo de la muerte el papa del Harpp? Recordemos que cuando Tesla murió, el gobierno estadounidense incauto todas sus investigaciones, las cuales luego fueron recuperadas por la familia de Tesla, aunque no me extrañaría que los conocimientos más poderosos y trascendentes hayan quedado en manos del gobierno yankie)

Entonces Tesla envió una carta a Woodrow Wilson, Presidente Americano, en la cual le explicaba el funcionamiento de su máquina y aseguraba tener las pruebas de su buen funcionamiento, que era ideal para destruir grandes extensiones de tierra y que solamente pondría una condición, que el uso de su invento se hiciera con fines defensivos. 

Relataba en esta carta, que en 1.908, mientras su amigo Robert Peary intentaba llegar al Polo Norte, enviaría uno de sus rayos de la muerte, para que cayera al oeste de donde este se encontraba y que unos días antes le envió el siguiente telegrama según se reseña en la Fundación Tesla: “Amigo Peary, voy a mandar un rayo cerca de donde estás y ya me dirás como ha ido todo”. 

Su intención era que su amigo y la expedición que dirigía, observasen al anochecer una intensa luminosidad. No ocurrió nada, ni Peary ni su expedición vieron nada. 

Lo curioso es que el mismo día que llegó teóricamente Peary al Polo Norte, a unos 16.000 Km de distancia ocurriera la explosión de Tunguska. 

Como el Presidente Wilson no le hizo ni caso, según noticias recientes, indican que envió esta misma carta a otros líderes mundiales, y que estos cuando recibieron los planos del RAYO DE LA MUERTE, dejaron de tomar en serio el Invento de Tesla. 

Para seguir con esta teoría hay que recordar que en esa década hubo varias explosiones de menor gravedad e intensidad, en diversos puntos de la Tierra, que algunos osados se las achacaban al Rayo de la Muerte de Tesla, ya que este comentaba en su entorno científico que podría destruir una ciudad con solo accionar uno de sus inventos.

BOMBA ATOMICA NAZI

Si, así como leen hay quienes afirman que en realidad el Evento de Tunguska en realidad fue una explosión nuclear llevada a cabo por los nazis, y que no ocurrió en el año 1908, sino en el año 1945, ya en los finales de la segunda guerra mundial. E aquí tan extraordinaria teoría.
Hiroshima, 6 de agosto de 1945: a setecientos metros de altura (el llamado "ground zero point"), estalla un ingenio capaz de destruir toda una ciudad. Con la luminosidad de mil soles, la deflagración arrasa y volatiliza todo en un radio de un kilómetro y medio. Su onda de choque destroza en segundos cualquier ser o cosa incluida en el interior de un círculo de ocho kilómetros de diámetro.


Bajo el epicentro de la explosión, los árboles permanecen milagrosamente de pie, al llegarles verticalmente la onda de choque. Igual que en Tunguska, donde los árboles del epicentro permanecen aún en pie a pesar de las décadas pasadas.

La explosión de Tunguska es también parecida a la de Hiroshima en la cota de explosión: La topología de la zona y el mapa del efecto muestran que la catástrofe es parada por un monte con una altura de apenas seiscientos metros sobre el fondo del valle: el hipotético "meteorito" o el "ovni" de Tunguska explotó a unos 600 metros de altitud. La de Hiroshima explotó a 565 metros.

Todas las investigaciones realizadas en los últimos cincuenta años apuntan a una hipótesis imposible en 1908: Una explosión nuclear.


Pero todos sabemos que en 1908 no había bombas atómicas, aunque si hubo una notable actividad de meteoritos y cometas en la zona, acribillada durante siglos por cráteres de impactos reconocibles, distintos a Tunguska en todos los aspectos. De ahí que haya que recurrir a estrambóticas explicaciones sobre naves extraterrestres o desintegración de cometas.

Todos los especialistas discuten el origen de la explosión, pero nadie pone en duda el hecho de que la explosión de Tunguska ocurriera realmente en 1908. Es muy probable que el poco fiable pero inteligente Stalin nos haya engañado una vez más con la fecha de nacimiento del fenómeno Tunguska, falsificándolo en más de 40 años. No hay documento alguno publicado, anterior a 1945, que hable o se refiera a dicha explosión, en ningún idioma, incluido el ruso. Los supuestos estudios de 1930 atribuidos a FJW Whipple , de la Royal Meteorological Society de Londres, hacen referencia a grandes meteoritos caídos en Siberia a principios de siglo, que nada tiene que ver con Tunguska.

Todas las fotografías existentes de Tunguska muestran un espectáculo idéntico: La devastación sin precedentes de una gigantesca masa forestal.
Dichas fotografías son al menos de 1927, según las propias fuentes soviéticas, año en el que según se dice Leonid Kulik descubrió el sitio tras realizar su prosaica y afortunada expedición en trineo, atravesando miles de kilómetros de bosque impenetrable. Las fotografías aéreas son, según las fuentes, algo más tardías, de finales de los años treinta. Sin embargo ofrecen el mismo espectáculo: Desolación total, ninguna recuperación forestal a pesar de haber transcurrido más de treinta años del suceso.

A partir de 1946, la recuperación del bosque de Tunguska parece casi instantánea, al igual que ocurrió en los años siguientes al bombardeo de Hiroshima, por efecto de la radiación. ¿Una milagrosa respuesta retardada de la naturaleza?
Pero tenemos un buen ejemplo cercano: En 1980 se produce la explosión volcánica del monte St. Helen, situado en el estado de Washington, en el extremo noroeste de los estados unidos. Una fuerza un millón de veces mayor que la del fenómeno de Tunguska hace desaparecer media montaña, y destruye y derriba millones de árboles en un radio de decenas de kilómetros. Pero la secuencia de fotografías realizadas con posterioridad nos revela la casi total y espectacular recuperación de los bosques vecinos al volcán en solo quince años.
Sin embargo, casi cuarenta años después de la misteriosa explosión de Tunguska, en 1946, el aspecto del devastado panorama forestal es aún idéntico al de los bosques de St. Helen en 1981, solo un año después de la catástrofe americana. Algo parecido ocurre en Hiroshima: pero por efecto de la radiación, se produce un crecimiento vegetal acelerado en el área previamente destruida por la bomba atómica. De ser cierta la hipótesis soviética de la historia de Kulik, en 1927 la recuperación del bosque de Tunguska tendría que haber sido casi completa.

El Führer era un obseso de la geopolítica. Para él, cualquier acción podía tener consecuencias políticas indirectas, tan barrocas e imprevisibles que pocos en su entorno eran capaces de detectar o adivinar. Este mismo criterio le empujó a firmar el pacto de no-agresión con Rusia en 1939, a declarar la guerra a los americanos en 1941 para así presionar a los japoneses a un ataque contra la retaguardia Rusa, o a retirar las mejores tropas SS de la batalla de Kursk en su punto álgido y enviarlas a Italia, con objeto de reforzar la moral de los italianos aun leales a Mussolini tras su derrocamiento de 1943. Así era Hitler.

Para Hitler la bomba atómica era en esencia otra "arma diplomática" para cambiar de raíz el curso de los acontecimientos y descubriendo por primera vez una forma de hacer política que más adelante todo el mundo llamaría "política de disuasión nuclear". Bombardear una remota y deshabitada región de Siberia ofrecía varias ventajas, seguramente inexplicables para cualquiera que no estuviese familiarizado con la psicología del jefe del Reich.

No había forma de dañar seriamente a los soviéticos con una sola bomba atómica, ya que su industria y su ejército estaban dispersos por la inmensidad soviética.

Otra cosa habría sido que Hitler hubiera dispuesto de varios cientos de bombas como la de Hiroshima, que, bien empleadas en el frente del este podían haber desintegrado buena parte del ejército Ruso. El riesgo que corrían los alemanes era mínimo, en caso de que la bomba no explotara al ser lanzada sobre Tunguska. El artefacto atómico quedaría perdido en el denso y desierto bosque siberiano, sin posibilidad de ser recuperado y reutilizado de forma inmediata por los soviéticos.

Bombardeando intencionadamente una zona desértica de Siberia, Hitler evitaba incrementar el odio y la represalia que las tropas rusas, ya en territorio alemán, estaban mostrando contra la población y él ejercito germano. Con la explosión en Tunguska advertían a Stalin y sus aliados de la existencia del arma atómica.

El objetivo de Hitler era esencialmente otro: persuadir a los anglo-americanos de que era mejor firmar un acuerdo, o de lo contrario podía bombardear Nueva York o Washington, objetivos aéreos equidistantes a la lejana Tunguska, si tomamos como punto de referencia el centro de Europa. Hitler confiaba en que los rusos hablaran inmediatamente a los americanos de la explosión de Tunguska, y que después ellos sacaran conclusiones al medir las distancias, y descubrieran que podían susceptibles de un ataque atómico.

En la mente de Hitler, Tunguska era por tanto el sitio ideal para dejar caer la primera bomba atómica operativa de la historia, una bomba idéntica a la de Hiroshima. Pero una vez más, sus sofisticadas expectativas geopolíticas chocarían con el pragmatismo elemental de sus enemigos angloamericanos y rusos, que rara vez cedieron o entendieron las complejas maquinaciones políticas hitlerianas.

CONCLUSIÓN

Ya sea que la explosión se deba a un cometa desintegrado, una nave alienígena, una bomba atómica nazi o porque tesla presiono un botón, sigue siendo un suceso extraño y de explicaciones difusas que dan muuuucho  espacio a la imaginación.

Así que díganme, para ustedes, ¿qué fue lo que en verdad ocurrió en medio de la Siberia rusa?

El rey de los desterrados

2 comentarios:

  1. Yo creia que era un ovni, segun la history channel. Pero lo de hitler tambien tiene asidero. Nadie sabe todos los secretos de los nazis. Solo algunos que se han infiltrado. Sino esperemos que wilileaks que le gusta filtrar informacion confidencial diga algo. Buen informe che.

    ResponderEliminar

  2. Yo creia que era un ovni, segun la history channel. Pero lo de hitler tambien tiene asidero. Nadie sabe todos los secretos de los nazis. Solo algunos que se han infiltrado. Sino esperemos que wilileaks, que le gusta filtrar informacion confidencial, diga algo. Buen informe che.

    ResponderEliminar